17 de septiembre de 2023.
Se avecina un fin de semana lluvioso y salir a pasear por la ciudad no es una alternativa. Todo parece indicar que realizaremos una actividad creativa, divertida, novedosa, y sobre todo, bajo techo y a refugio de las últimas lluvias torrenciales que están cayendo.
Hemos reservado plaza en un estudio del centro de la ciudad para reproducir uno de los cuadros más famosos del maestro Van Gogh: La noche estrellada. Ellos nos proporcionan todo: material, indicaciones, modelos… pero, lo más importante, el potencial artístico, lo llevamos nosotros de casa. Nuestros chicos pocas veces se han enfrentado a un lienzo en blanco, el hecho de salir de su zona de confort para descubrir que, realmente son capaces de crear una obra de arte, es maravilloso.
Poco a poco según va avanzando la actividad y los chicos van realizando capa a capa los distintos elementos del cuadro, su cara va tornándose más luminosa. A cada pincelada los más incrédulos descubren que su cuadro no dista mucho del de un auténtico artista, creen en sus posibilidades y avanzan con trazo firme en las últimas pinceladas de su pequeña obra.
Tres horas ha durado la actividad, y algo que parecía impensable, ha sucedido. Todos y cada uno de los noveles pintores ha estado completamente abstraídos y concentrados en su pequeña noche estrellada. Cada lienzo les ha transportado a ese lugar especial donde han descubierto que con paciencia y siguiendo las indicaciones adecuadas se puede crear algo tan especial.
Después de este rato que ha pasado volando, salimos todos satisfechos con nuestra obra de arte. Caminamos con el pecho hinchado de orgullo por nuestra creación y con bastante menos memoria en el móvil de todas las fotos que le hemos hecho para compartirla con amigos y familiares. No todos seguirán el camino del artista pero seguro que a más de uno, hoy, sí se le ha caído la barrera del no puedo y han abierto la puerta del ¿y por qué no?
Francisco Lindo Isidro. Educador.