12 DE OCTUBRE DE 2020

En el día de la Virgen del Pilar las emociones están a flor de piel y los recuerdos de otras fiestas acuden a nuestra mente. Entonces sentimos que la garganta se anuda y los ojos se humedecen, porque la ausencia, ese día, se hace más grande. No obstante, no se me ocurre mejor manera de mitigar la pena, que estar arropado por los propios compañeros de la Residencia, por los educadores y las autoridades de la Asociación.

Este año, la misa oficiada por el páter Juan Román Saiz se ha visto condicionada por la pandemia de la COVID-19. En aplicación de las medidas previstas en el Plan de Prevención y Seguridad de la Asociación, se tomó la temperatura a los asistentes, se proporcionó gel hidroalcohólico, se respetó la limitación de aforo y el uso obligatorio de las mascarillas.

Como todos los años, los residentes participaron en la celebración. En primer lugar coincidieron los dos monaguillos, el veterano Javier Balbás, que pasa el testigo a Marcos Mendoza. María Duarte y Paula Trujillo se hicieron cargo de las lecturas. Andrés Picallo leyó las preces, mientras que, Raúl Fernández, Mercedes Ortiz y Cristina Piñeiro llevaron las ofrendas hasta el altar.

Con el “Himno a la Virgen del Pilar”, entonado por los asistentes, se puso fin a la parte religiosa del acto. A continuación se hizo un sentido Homenaje a los Caídos por España. Mientras sonaban las estrofas de la canción: “La muerte no es el final”,  Noelia Redondo y Francisco Caro ofrecieron ante el altar un ramo de flores y un tricornio. Este sencillo acto constituyó la culminación de la ceremonia y uno de los momentos más emotivos del día.

El General Presidente de la Asociación, Excmo. Sr. D. Francisco Javier Alvaredo Díaz, tomó la palabra para rememorar la gesta del Descubrimiento del Nuevo Mundo y felicitar a todos los miembros del Cuerpo y sus familias.

El acto concluyó con el “Himno de la Guardia Civil”, pieza que refleja de manera precisa los valores que guían a esta Institución y a los que, de una manera o de otra, nos sentimos vinculados a ella.

En esta jornada tan especial, se echó de menos la presencia de los antiguos alumnos, que aprovechan la jornada para acercarse a su antiguo colegio y saludar a sus compañeros y educadores.

Los residentes actuales se portaron muy bien, participaron en la celebración y fueron capaces de gestionar los nervios; todo ello por méritos propios y el buen hacer de los dos educadores que los acompañaron aquel día: Pilar Dorado y Fidel Caballero.

Espero sinceramente que todo lo vivido pase a engrosar los recuerdos de nuestros alumnos y que, el día de mañana, tengan un emotivo recuerdo de su paso por la Residencia Escolar Infanta María Teresa y de este atípico Día del Pilar.

Mª José Fernández Mesa. Directora.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *